Wakei-seijyaku.
- Sara Ocaña
- 22 abr
- 2 Min. de lectura
Wakei-seijyaku es una palabra formada por la suma de cuatro caracteres individuales, armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jyaku), para crear un concepto zen de serenidad y aprecio. Tomarse el tiempo y energía necesario para llegar a crear un momento de calma interior, estar presente.
Cada vez disfruto más de los despertares en silencio. Cuando hablo del silencio, me refiero al ruido de la cotidianidad. Estos días el canto de los pájaros es más que evidente, allí donde vayas puedes escucharlos. Los veo pasar de árbol en árbol, algunos con ramitas en el pico. Me gusta observarles.
Queda poco para despedirme de estas vistas, de mi pequeñito rincón de paz. Saboreo las vistas, las conversaciones, la naturaleza, la humedad que se palpa en las mañanas. A veces, cierro los ojos y disfruto de las sensaciones que me invaden.
Me hacen feliz estos instantes. Ni recuerdo en qué momento dejé de disfrutarlos. Cuando era pequeña, en el parque, me tiraba a ver cómo se movían las nubes. Mi mente volaba alto e iba de allá para acá.
Ese día, a mitad de camino de una ruta un tanto intensa, nos tumbamos en un prado justo al lado de un lago pequeñito. Un par de águilas nos sobrevolaban todo el tiempo. El zumbido de una abeja cerca y el viento apaciguaba el calor del sol.
No fue hasta el día siguiente, que me di cuenta que por primera vez después de muchísimo tiempo no había pensado en nada. Solo había disfrutado del momento presente. Notando la hierva bajo mis pies. Olvidé que llevaba días con dolores de cabeza terribles, olvidé que era madre, olvidé las responsabilidades que me esperaban al bajar. Y esa sensación, de paz, serenidad y tranquilidad, es con lo que me quedo.
Qué bonito poder sentir(se) así. Y qué bonito es acompañarnos en esto que llamamos vida. Ese día agradecí -entre otros-, estar viva. Me agradecí haber sido tan valiente, de luchar contra todos esos demonios y hoy poder disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
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